lunes, junio 16, 2008

Hamburguesas

Después de una larga ausencia este Dr regresa a las andadas esperando escribir muchísimo más seguido ya que el ruso ha pasado a ocupar una parte significativa de mi corazón.

Hoy en la mañana que esperaba una torta de milanesa con nuestra queridísima Chíus me acordé de las famosísimas hamburguesas de mi abuela, las cuales en verdad siguen siendo especiales.

Así, el pequeño Marbolín le decía a su abuelita allá por la década de los ochentas cuando Hugo Sánchez no daba risa y un embarazo fuera del matrimonio era más escandaloso que un presidente perredista:

-"Oye Ma, tengo hambrita"

A lo que amorosamente contestaba mi abuela:

-"Uta mecha, pero si ya comiste, contigo hay que chingarse ¿eh Marbolín?"

Supongo que tenía razón, ya que a últimas fechas me he vuelto como la devoradora Koblenz, pero sin inmutarme repliqué:

-"Yaaaa, ándale abuelita por favoooor"

Mi abuela, con cara como de resignación me preguntó como no dejándome opción:

-"¿Quieres hamburguesas?"

Mis ojos brillaron y comencé a salivar de gacha manera dejando volar la imaginación hasta el puesto de hamburguesas Búffalo donde les ponían un buen de mostaza mientras pedía un Jarochito de Tamarindo poca madre.

-"Siiii, vamos vamos!!!"

Mi abuela me observó como si fuera Demian (o el Bilis), el niño de la profecía y me dijo:

-"¿Vamos Quimo Saby?, si te las voy a preparar yo!, que vamos ni que ocho cuartos!".

Después entendí que esa última expresión equivale a 2 unidades de algo ( aunque debo confesar que aún sigo sin entender que tiene que ver con una rotunda negativa ) pero en ese momento pensé que debía dar a mi abuela el beneficio de la duda con respecto a sus hamburguesas.

Mi abuela se metió a la cocina mientras yo escuchaba "Di por que" por enésima vez y en eso se oye desde la cocina:

-"Marbolioooooooooooooooooooo"

Y ahí va Marbolio.

-"¿Qué pasó Ma?"

Como si no tuviera importancia me dice ella:

-"Oye, no hay Bimbollos, ¿no importa que te las haga con pan Bimbo?"

La idea de primera instancia no me emocionó, pero pues hambre es hambre así que rápidamente afirmé con la ilusión de embarrarle mostaza y catsup a dicho comestible.

De esta forma, me fui a seguir haciendo wey hasta que mi abuela me llamó de nuevo para finalmente aplastarme y tragarme las ya casi antonomásicas hamburguesas.

Mi maxilar inferior estaba a punto de zafarse cuando mi abuela me dijo:

-"Ah por cierto...ya no había carne molida, así que le puse JAMÓN...bueno, ya cállate y acábate tus hamburguesas"

Y juro por Dios, que hasta la fecha han sido de las mejores hamburguesas de mi vida.