miércoles, febrero 28, 2007

Panic!



A veces uno no logra definir las diferencias entre miedo, terror, pánico y demás palabras relacionadas.

Después de estarle dando y dando al avance de tesis durante al menos tres días seguiditos, el sólo pensar que vas a ir a una sala horrible con un jurado formado por tres Doctores en Física sacados sepa Dios de que pinche manicomio con un montón de manías y perversiones ocultas (que pronto sabré y les contaré), el estar sólo tu, tu presentación de Power Point, tus hojitas con chingomil notitas (que por cierto , solo sirven para que se te quite un poco el nervio, nada más!), tus millares de dudas, una alfombra horrible y la espera de que alguno de esos tres chiflados te diga :

-" Cuando usted quiera empezamos".

Me hace recordar las épocas cuando iba al Seguro Social acompañado de mi abuelita a que me pusieran una inyección contra el tétanos, no recuerdo los colores de las paredes, ni la cara del Doctor, ni la hora que era, ni remotamente la fecha, lo único que recuerdo es el pavor de la espectativa, el cual , como toda cosa ojete en este mundo, regresa.

No importa si estudié o no, y quizá no importe mucho lo que pase el día de mañana (al final si me voy a titular), pero este momentito, esa tensión en el aire merece este comentario, tal vez es sólo un avance de tesis, no es el definitivo, pero de veras que esa gente está bien dañadita, así que por las dudas empaqué un traje de gatúbela de cuero y un látigo (uno nunca sabe.)

Y si alguien me pregunta.

Si, un poquito pero si, tengo miedo.

lunes, febrero 26, 2007

Reencuentro

Recuerdo mucho esos viajes a Tlaxcala, siempre pensé en esa ciudad como una ciudad de gente mala, tal vez porque fué Tlaxacala (Texcala) un factor más para que cayeran los Mexicas hace unos 500 años más o menos.

Nos subíamos en la camioneta de papá y nos adentrábamos en carretera, mis hermanas, mi mamá, Camila y mi padre en la parte delantera y yo prefería viajar en la batea para que me diera el aire e imaginar por un instante que yo controlaba la nave no sólo mecánica, sino de mi incipiente vida de universitario que estaba comenzando.

Llegamos a tu casa y después de saludar a nuestros respectivos padres, fuimos adecuadamente presentados, me llamó mucho la atención el hecho de que nuestras familias se tuvieran afecto y pensé que quizá años después entendería ese tipo de conceptos que se daba entre "gente grande".

Francamente no recuerdo si platicamos esa tarde o no, pero si recuerdo que la imagen que tenía de una Tlaxcala agresiva y hostil se fué difuminando al regresar a Puebla pensando en todo lo que viví esa tarde y lo bien que la pasé.

10 años despúes, ni en el lugar, ni en el momento, ni con la gente que hubiese imaginado te ví, te sentí diferente en muchos aspectos, más segura, más profunda en tu actuar, en tu pensar, en tu hablar y con el mismo rostro que recuerdo, después ví de nuevo a tu hermano, completamente cambiado pero siempre con esa forma amable, gentil y honesta que le conocí hace 10 años y que me hizo sentir tan bien.

Era impresionante sentirse como "en casa" aunque ninguno de los tres estábamos cerca de nuestra familia en ese momento pues cada uno vive apartado de sus padres por propios motivos y coincidir de esa forma tan "curiosa"...

Ahora entiendo algo que quizá no lograba entender cuando era más joven, el cariño, la lealtad y la amistad son capaces de traspasar muchos metros, muchos segundos y también es capaz de transmitirse a la gente de la misma forma que nos ocurrió a los tres esa noche al volvernos a encontrar.

Hoy aprendí algo nuevo.

Gracias.

viernes, febrero 02, 2007

El niño del huevo (parte IV y última)

Al parecer el madrazo recibido había resultado un poco peor de lo que tenía contemplado pues al tratar de incorporarme sentía como un par de enanitos del circo Atayde se columpiaban alegremente de allá donde les platiqué y pues no era una sensación asi muy agradable que digamos.

Pasé de puntitas para no despertar a mis hermanas, pero al dar el segundo paso el dolor comenzó a hacerse un poco más intenso.

-"Ay wey, ora si me duele, se me hace que con el dinero que me sobre, me voy a comprar un par de kiwis de una aleación así como de titanio con iridio antibalonazos" pensé mientras me dirigía a la alacena a buscar mi dotación matinal de Chocokrispis cuando en eso me dí cuenta que sólo quedaban unos cuantos de ellos en la caja.

-"Y todavía te ríes cabrón" le dije medio emputado al chingao elefante puñal que me veía desde la caja, pues el que no hubiera cereal indicaba que debía "prepararme" alguna especie de desayuno y eso suponía esfuerzo(poquito si ustedes quieren, pero para un huevonazo de mi calibre cualquier esfuerzo por mínimo que sea pesa) así que le unté mayonesa a dos panes, tomé una rebanada de jamón y un vaso de leche fría como mi suerte los cuales siriveron de desayuno.

-"Mmmta, no hubo Chocokrispis, mala señal, mal augurio, Oh Tezcatlipoca! apiádate de tu siervo!!"

Tomé un cono de huevo y me salí a buscar pichones.

Extrañamente la mañana se compuso bastante.

-"Dame uno hijo"

-"Si señora, ¿de doble yema?" les decía mientras me volvía todo un experto en el argot de los huevos (que por cierto me dolían) e iba recaudando lenta (muy leeeentamente) el dinero de la inversión.

Así fueron transcurriendo los días y mis ventas subían y bajaban de la misma manera que mi entusiasmo, mi papá trataba de ampliar el negocio trayendo un par de gallinas para que las vendiera explicándome que las vendería a 10 pesotes por alebrije pues a el le habían costado 5.

Total, que entre gallinas y huevos sucedió un evento el cual cambiaría radicalmente el rumbo de aquel negocio.

Bajaba las escaleras del edificio completamente en la lela (eso era en la tarde cuando ya era niño normal y no vendedor), con mi dolor de gumaros áun cuando una señora me encuentra y me dice:

-"M´ijo...¿ tu eres el niño del huevo?"

Comencé a cambiar paulatinamente de color pasando desde el amarillo semáforo, verde marihuana y rojo verguenza hasta decirle:

-"Si s..eñora" respondía pensando porque mi señora madre pudo cometer semejante indiscreción, ya la imaginaba:

-"Si, es que mi muñe precioso agarró a madrazos a un balón con sus huevitos y pues que se lastima, si si, ya le he dicho muchas veces: muñe no juegues así pero ya ve como es este chamaco".

Mientras pensaba que mi mamá sentía un odio especial hacia mi, con muchísima verguenza le corregí a la señora:

-"...pero ya casi no me duelen"

-"¿Perdón?, yo sólo quería un kilo doble yema, ¿tu vendes huevos no?

-"De veras que soy pendejo" me repetía a mi mismo cuando me alejaba de ella con 12.50 pesos en la bolsa creyendo también que la pena no me dejaría en paz (jajajaj iluso de mi!) y que el negocio se vendría abajo, bueno la verdad es que no le veía mucho futuro y sólo buscaba pretextos baratones para dedicarme a otra cosa.

El colofón de esta historia llegó de la mano de un par de gallinas que llevaba bajo el brazo y que le ofrecí a un señor:

-"Ande, cómpreme a Gumercinda, viera que noble es!!, además casi ni va al baño (de hecho el baño iba a ella, pero no se lo dije), es una ganga sólo 10 pesotes!!"

-"No hijo, es muy poco dinero, siento que no está bien" replicaba el señor.

-"De veras, mire, aquí entre nos..., a mi papá le salen en 5 !"

!Plop!

La verdad no recuerdo si me la compró o no, pero si recuerdo que después de eso mi papá por fin se convenció que lo mío, lo mío era el fútbol, la música o el desmadre pero no el negocio, así que recuperé lo de la inversión, y quede tablas con mi papá pero sin el nintendo.

Un buen día de ese verano mis abuelos me regalaron una caja con el mismísimo tesoro de Moctezuma, "wooooow , un NINTENDOOOOO!!!, GRACIAAAAASS".

Nunca sabré si fué por obra de los dioses, por justicia (o injusticia), por Gumercinda, por mis bolitas castigadas o simplemente por inercia o gravedad, sólo sé que ese verano aprendí muchas cosas de la vida, la gente, las pelotas y lo huevos.

Hoy,años más tarde me doy cuenta que lo mío, lo mío ,lo mío...era el desmadre!.

HUEVOS!