Crónica de un desempelado última parte

Al parecer, en la Secretaría de Conflictos del Cielo, algún despistado oyó las súplicas de este ahora bípedo amarillo acalorado y después de un breve trámite burocrático tuvieron a bien enviarme unas dos nubes para tapar el inclemente sol que ellos mismos habían puesto minutos antes.

-"Bueno, al menos ya es algo" pensé.

Estaba disfrutando de mis tres minutos de sombra, meneando mi inmenso bote a ritmo de los ángeles azules cuando de repente alguien presionó el stop de la grabadora y el sonido cumbianchero dejó su sitio al ir y venir de autos, micros con sus respectivas mentadas para esta su botarga preferida.

Veo a Don Pollote acercarse sigilosamente a mi con cara de fastidio y me dice:

-"Vas a dar unas vueltas en la camioneta"

-"Oiga Don, pero yo no sé manejar" dije apenado.

-"Jajajajaja, no bruto, si no vas a manejar" me dijo.

-"Chale, se me hace que voy a tener que empujar una camioneta, todo sea por la lana"

En eso noto que prenden la camioneta, se echa para atrás un monito y se me acerca don Pollote para decirme:

-"Órale, trépate"

Era una de esas camionetas de redilas las cuales solo tenían redilas a los costados, de forma que podía treparme y bajarme fácilmente y de esa manera la gente que me viera iba a ver de la mitad para arriba, de hecho, la idea era dar de vueltas alrededor de la china poblana, saludar gente y hacer que compraran cantidades industriales de estás pobres avechuchas para almorzar, para que se den una idea del recorrido, la cosa estaba así:

Así las cosas, comenzó el recorrido, el cual fué una versión caricaturezca del Via Crucis ya que si de por sí me costaba estar de pie en suelo firme, pues me costaba mucho más mantenerme vertical en una carcacha Nissan y aparte saludando y haciéndole a la mamada (cosa que es dramáticamente simple en mi caso).

Pasadas la tercera vuelta, había bajado como la mitad de mi peso y había sudado más que Bruce Willis en "Duro de matar", también había recibido más mentadas que el Peje en Monterrey o Calderón en Tabasco y mi ánimo francamente comenzaba a flaquear,la verdad no imaginaba que me faltaba tan poco tiempo para seguir ahí.

Un niño me gritó desde la acera con una potencia respetable:

-"Polloooooooooooooooooooooooooooo"

Inmediatamente volteé para verlo pues creí que con ese grito sus pulmones estarían colgando de sus dientes y quize dirigirle una última mirada al pobre escuincle.

Lo que no sabía yo es que efectivamente era la última mirada pero del pollo, pues en ese momento la chingada camioneta se frenó, toda mi pollo-humanidad se fué a embarrar contra el vidrio trasero de la camioneta de redilas de esta forma:

El madrazo no acabó ahí pues como se puede apreciar en la imagen el cuello sobresalía del vidrio así que sólo mi cabeza real fué la que se impactó contra esa madre pero por la maldita inercia (Newton donde estés chinga tu madre) la cabeza del pollo siguió viajando a la velocidad que traía la camioneta en ese instante, produciendose algo así:

-"Boooooooooing" sentí como el cuello se doblaba e iba a impactar contra el vidrio espantando al conductor y frenando más gacho aún, el cuerpo sólo esperó a que el cuello regresara a su posición original para despolomarse en el suelo de la camioneta y crear un silencio seplucral incluso entre los automovilistas que mentaban madres.

Ahí estaba yo acostado pollo arriba viendo una tenúe luz através del cogote del pollo cuando escuché a lo lejos al mismo niño con otro grito desgarrador:

-"Nooooooooooooooooooooooooooouuuuuuu, papáaaaaaaaaaa, el pollo se murioooooooou"

Y como no me levantaba, Don pollote corrió desde el local hasta la camioneta y me habló al oído (bueno, al cogote):

-"¿Estás bien?"

-"No me puedo levantar"

-"¿Te lastimaste?"

-"No, esta madre pesa mucho y no me deja levantar"

Total que entre el conductor y Don Pollote me levantaron y al incorporarme recibí los vítores y aplausos del respetable con las corespondientes mentadas de los autos, llegué al local y el dueño me dijo:

-"Hijo, salte del pollo"

Nunca escuché sonido más dulce, así que inmediatamente me lo quité de encima y pregunté si iba a realizar alguna otra actividad.

Don Pollote sacó de su cartera $150 y me los dió diciéndome:

-"No hijo, estás muy chavo"

-"Regresaré cuando crezca" prometí.

Así conseguí una lana para invitar a mi chica al cine e incluso comprar unas palomitas y hasta llevarla en combi hasta su casa, claro después de reponerme del madrazo y pensar mejor el siguiente empleo.

Respecto a si regresé o no, la respuesta es afirmativa, pero no a pedir chamba sino por pollo y medio con arroz y tortillas y eso algunos añitos después.

La señal que le pedí a Dios, la pude ver hasta ese día y era muy clara:

"ALÉJATE DE CUALQUIER DESMADRE AVÍCOLA, SEAN HUEVOS, POLLOS, AVESTRUCES O WHATEVER ANTES QUE SE ME ACABE LA PACIENCIA Y TE MANDÉ A LLAMAR A MI PRESCENCIA, ¿ESTÁ CLARO?"

-"Mensaje recibido"

F I N.