-"A la corriente eléctrica y al océano hay que tenerles siempre mucho respeto" me dijo mi abuelo una vez que estábamos arreglando un motor color azul alberca de ésos de "desmádrelo usted mismo" donde dicha actividad estaba destinada a fomentar mi nulos deseos de ser un gran científico, inventar una tortilla del tamaño del cráter del Popocatépetl y terminar con la hambruna mundial.
Esa frase está llena de sabiduría y tuve ocasión de corroborarlo para ambos casos pues en una ocasión casi me muero en el mar después de un naufragio como de 6 horas (ya después ahondaré en ello) y he tenido encuentros cercanos con la corriente eléctrica. Hoy relataré quizá el más importante de esos encuentros.
Como antecedente, deberé decir que mi intuición acerca de la electrónica(aún hoy conservo cierta duda) era que había algo mágico y oculto dentro de todos los aparatos y que si algo dejaba de funcionar y con un par de chingadazos bien puestos no funcionaba significaba inequívocamente que el aparato había pasado oficialmente a ser cargado por el auténtico payaso y que Dios y toda la cámara de senadores angelinos habían dispuesto así la muerte de una lavadora, plancha o tele en cuestión.
Una vez, mientras jugaba al "Kangaroo" en mi ATARI* y estaba apunto de darle el último madrazo a la última frutita del último nivel del juego, sentí que el alma se hundía como cuchillo en pan integral cuando por error desconecté con mi pie al aparato de la toma de corriente.
-"Nooooooooooooooo, no te vayaaaaaaaaaas" le gritaba al Kanguro, el cual supongo que se deshacía en una madeja de bits de RAM mientras yo maldecía mi poco tino con el enchufe.
Tomé la clavija de las laminitas y así encabronado la metí en el enchufe.
Si, efectivamente. QUE PENDEJAZO!.
Sentí como chingomil bolitas pasando como indocumentados através de mi brazo a una velocidad cercana a la que adquirimos de la sala al baño cuando tenemos ganas de hacer pipí y ahí fué cuando entendí que mi abuelo tiene razón, esa madre puede matarte.
No sería la única que vez que vería cara a cara a la corriente eléctrica y así, muchos añitos más tarde me encontraba en la feria cuando vi un juego de esos que guacareas nomás de verlo y mi papá me preguntó si no gustaba subirme.
-"Ora pues , va" les dije para su asombro, pues ellos saben bien que los juegos mecánicos no son de mi total agrado, me gusta más atascarme de pastes de Hidalgo y Cervezotas que venden ahí.
3 minutos después de la mareada de mi vida, me dispuse a salir de ahí rápidamente antes que los otros mareaós y encontré un barandal blanco con unas escaleras todo de metal y a mi me pareció la mismísima entrada al cielo.
Bajé el primer escalón tomado sólo de uno de los barandales y me sentí mejor, aunque mareado y hasta ahí terminó mi bienestar pues se me ocurrió colocar el brazo que quedaba libre sobre el otro barandal y entonces si:
MAAAAAAAAAAAAAAAAAAAADREEEEEEEEEEEEEEEEES!!
Sentí como ciento veintitantos volts me sujetaban de tubos blancos, la fuerza era descomunal, tanto que no podía soltarme y sólo alcancé a gritarle al mundo:
-"Mm e estoyy... electroocutaando!!!!!!"
A lo lejos sólo podía oír a los weyes que estaban detrás de mi:
-"Ora wey, no seas mamón y muévete ya no?"
-"Dame una manita wey pa´que sientas" pensaba.
La gente me veía y se reía pensando en que era muy cagado y se reía aún más cuando traté de correr pero mis manos no me soltaban, hasta que mi papá comenzó a pensar que a lo mejor no le estaba haciendo a la jalada y se acercó al barandal, lo cual ocurrió demasiado tarde pues de súbito interrumpieron la corriente y me precipité de océano sobre la escalerita quedando en calidad de judio en coliseo Romano.
Me paré rapidísimo y fui a buscar al mono cilindrero que operaba dicho juego:
-"Oye wey, casi me muero ahí, tu juego da toques" le dije a punto de soltarle un madrazo.
A lo que sin inmutarse me dijo:
-"Si, ya sé, de hecho hace dos horas a una señora también le pasó..." me dijo el gandul éste no sin antes agregar indignado:
-"...Y duró más que tu..., ya chavo no exgageres"
No sé si fué la pena o mi papá el que me detuvo de que armara la cámara húngara, así que me sacudí el polvo y fui por los pastes.
De regreso a casa, por la ventanilla del coche apuntaba a la gente y a los coches con mi dedo índice tratando de corroborar si había adquirido poderes así como el Hombre araña o alguna madre así, pero pues la verdad es que no pasó nada y tuve que conformarme con el Nintendo para realizar hazañas de índole heroica.
La lección más importante de ese día fué que decidió completamente la carrera que iba a estudiar.
- "Ma, voy a ser ingeniero electrónico"
-"Marbolio, me cae que tu no entiendes"
Años más tarde puedo decirle a mi mamá que efectivamente "aún no entiendo" y a mi abuelo que eso de su frase célebre es completamente cierta, al fin y al cabo más supo el diablo por viejo, debo añadir que por más que traté en días posteriores de electrocutar a algún objeto me fué imposible, snif.
PD: Si me gradué de esa carrera (inche necio)
*ATARI: Consola de videojuegos donde antes se jugaba el PAC-MAN.